Danubio 2011

Donaueschingen-Passau
Junio 2011
10 días de ruta en bicicleta y 600 km siguiendo el curso del Danubio alemán.


martes, 27 de septiembre de 2011

Preparando las alforjas.

En el capítulo de Barrio Sésamo de hoy vamos a explicar cómo preparar unas alforjas para su embalaje y posterior transporte. Qué metemos dentro y qué no metemos.
Ya hemos hablado en una entrada anterior de "la lista". La lista no sólo es necesaria sino que es imprescindible. Únicamente con el equipo a la vista y la lista en la mano serás capaz de comprobar si falta o sobra algo, y aún así te dejarás alguna cosa...
Pero primero hablemos de las alforjas. Me alegro mucho por quien tenga dinero para hacerse con lo mejor del mercado, pero yo sólo tengo unas Massi CM 222 de cordura, que he llevado en dos ocasiones al Camino de Santiago y ahora al Danubio, y de momento no pienso cambiarlas. No son malas y tampoco fueron baratas. Eso sí... se pueden mejorar. He aquí el proceso.
Las Massi no son rígidas ni semirrígidas, así que tienes que meterlo todo a puñetazos y siempre parecerá que en vez de alforjas llevas gurruños a los lados de la bici. Es difícil manejar una alforja vacía o meter y sacar cosas con cierta frecuencia si cuelga fláccida del portaequipajes. Además la tela no es impermeable aunque disponen de una funda incorporada.
Solución: demos a nuestras alforjas un cierto grado de rigidez y de impermeabilidad con material barato, ligero, resistente y al alcance de cualquiera. Necesitaremos cartón y bolsas grandes del hiper que más rabia nos de.
El cartón sera lo más grueso y duro posible y las bolsas sin ningún tipo de abertura o agujerito en la parte inferior (que las hay).
Necesitaremos dos piezas de cartón iguales que cortaremos como en la plantilla de la foto.


Llegar a dar con la forma y tamaño adecuados es fruto de la técnica de ensayo-error. Si alguien necesita las medidas me las pide y se las paso. Sin problemas. 
A continuación damos forma a la plantilla, aseguramos las uniones con un poco de cinta americana y la metemos dentro de una bolsa grande de tu supermercado amigo.
Hasta aquí parece cutre que te cagas, ya lo se. Y es que es cutre que te cagas. Pero funciona.


Ahora viene cuando la matan... Lo metes todo dentro de tu Massi CM 222, ajustas la tela a la estructura de cartón, que ha entrado muy ajustada y ¡voilà!... tenemos una bolsa rígida e impermeable, con volumen, donde se puede acomodar una barbaridad de cosas con facilidad.
Pruebas realizadas en laboratorios de la NASA y en la bañera de mi casa así lo atestiguan. La alforja se moja, el cartón no, y el contenido de la alforja tampoco.


Tras un vuelo de ida y vuelta a Alemania, tras pasar varias veces por la tortura de las cintas de facturación, después de los kilómetros que se pudieron hacer siguiendo la ruta, alguna tormenta, humedad, lluvia, charcos, etc... ni perdieron rigidez, ni entró una sola gota de agua, ni mi ropa se volvió de ese inquietante color verde moho.
El resto del proceso es de cajón: preparas todo el equipo necesario, que previamente has ido cotejando con tu lista, lo pones delante de tus narices y repasas que no falte nada.


Lo repartiremos entre las dos bolsas siguiendo el criterio que más nos acomode, pero teniendo presente que el peso debería estar compensado entre ambas. Tiene que caber todo, casco incluído. Lo más importante, valioso y necesario lo llevaremos en la bolsa de manillar (cartera, móvil, documentación, cámara, dinero, medicinas, etc...).
Al final nuestro equipaje debería tener un aspecto como este. No demasiado voluminoso, bien repartido entre las bolsas, dejando fuera sólo el aislante para dormir (yo llevé dos), que meteremos en la caja de la bici.


El segundo aislante para dormir (el barato) y los cartones que hemos utilizado para dar rigidez a las alforjas pueden emplearse a la vuelta, ante la ausencia de cualquier otro material, como improvisado embalaje aunque sólo sea para proteger las partes más sensibles de la bici, cambios, platos y demás. Finalmente no nos hizo falta echar mano de este material de urgencia.
Ahora sólo queda envolver las alforjas en un solo bulto, con un millón de vueltas de film transparente de cocina reforzado con un poco de cinta americana y poner una etiqueta bien vistosa con nuestros datos.
Si, ya se que jamás una compañía aérea perdió un equipaje, eso son bulos, pero el día menos pensado leeremos en los diarios que a alguien le ha ocurrido. Hay que ser precavido.


Y esto es lo que hay, Pequeño Saltamontes.