Danubio 2011

Donaueschingen-Passau
Junio 2011
10 días de ruta en bicicleta y 600 km siguiendo el curso del Danubio alemán.


viernes, 15 de julio de 2011

¿Volver con la bici en avión...? Kein Problem!

Como ya sabreís por entradas anteriores el retorno a casa fue precipitado y antes de hora.
El 25, de buena mañana y tras algunos kilómetros a pedal, habíamos hecho un corto trayecto en barco por el Danubio entre la abadía de Weltenburg y Kelheim, mientras degustabamos (una vez más) una rica cerveza. Tras desembarcar, y apenas en las afueras de Kelheim, camino de Regensburg (Ratisbona), Nacho sufrió el accidente y la aventura terminó. Eran las 13.30 h. aproximadamente.
Tras acudir al hospital y procurar que le atendieran todo ocurrió muy deprisa, de manera que al día siguiente a las 11 de la mañana ya estábamos en Valencia. Todo se fue improvisando sobre la marcha y no hubo mucho tiempo para pensar.
Llegamos en taxi al aeropuerto de München, a unos noventa kilómetros de Kelheim, a las seis de la tarde y el primer vuelo con destino a Valencia no salía hasta las seis de la mañana. Así pues, teníamos tiempo de cambiar los vuelos, asearnos como pudieramos en los servicios del aeropuerto y preparar el equipaje.
Las alforjas las envolveríamos con film plástico de cocina, igual que habíamos hecho a la ida, y cinta americana pero no sabíamos aún como ibamos a hacerlo con las bicis.
Ya en el aeropuerto, oteando desde el propio taxi, tratamos de localizar contenedores de carton, muelles de carga, zonas de reciclaje o algún otro lugar donde proveernos de material adecuado: cajas, cartones, etc... Ni rastro.
De todos modos, puesto que teníamos toda la noche para ocuparnos de eso, priorizamos el cambio de los vuelos y fue lo que hicimos primero. La gente nos miraba y no era para menos: tres tipos vestidos de ciclistas, pañuelo pirata en la cabeza, con más mierda que el sobaco de un gorila, tratando de arrastrar tres bicis cargadas entre dos mientras un tercero nos seguía con un brazo escayolado. De peli de Almodovar, vaya...
Nos encaminamos a una de las ventanillas de Air Berlín y tras explicarle a la señorita cúal era nuestra necesidad y nuestra urgencia en cambiar los vuelos, le comenté abiertamente que no teníamos resuelto el embalaje de las bicis y le pregunté donde conseguir embalajes adecuados o si ellos nos los facilitaban. Necesitábamos ayuda. Helfen Sie mir, bitte!
La señorita, perpleja, nos contesta que no hace falta y que las bicis viajan enteras.
- Kein Problem.
- ¿Comoooooooorr? Nooooo puede ser (imítese la voz de Chiquito de la Calzada, ese maestro)
- Ja (si), dijo ella.
- Nein (no), dije yo.
- Ja, Ja, contesta de nuevo.
- Que nein, ¡joder!, que no puede ser, que en España nos han obligado a embalarlas para traerlas y sois la misma compañía.
¡Coño! Y resultó que era verdad, que Ja. ¡Hay que joderse!
Repito... ¡HAY QUE JODERSE!
La misma compañía aerea nos obliga en España a embalar las bicicletas, pedales hacia adentro, manillar paralelo al cuadro y ruedas deshinchadas para volar a Alemania mientras que en sentido inverso las bicis viajan en primera, sin desmontar AB-SO-LU-TA-MEN-TE NA-DA, tomándose un mojito en la bodega del avión.
Los ojos como platos teníamos cuando se llevaron las bicicletas, así, cogidas por los cuernos, rodando como si tal cosa...
Luego, en el trasbordo de Palma de Mallorca, vimos cómo dos de ellas se engancharon entre sí y a pesar de que los operarios del aeropuerto parecía que no habían visto una bici en su puta vida y les costó lo suyo separarlas, pudieron al fin con ellas sin causarles daño. El avión salió con bastante retraso por ese motivo, que también tiene huevos la cosa. Cinco minutos de video desde mi ventanilla (que pretendía usar para reclamar, si se terciaba) son prueba fehaciente de lo que digo.
Así que... el rollo de embalar las bicicletas, y aunque a priori parezca que sea normativa de las propias compañías aéreas, me da por pensar que tiene más que ver con los propios aeropuertos españoles, Aena y la madre que los parió. Que no somos más paletos porque no se puede.
Si algún lector de este blog ha tenido alguna experiencia semejante (no necesidad de embalaje para volver a España) desde Alemania u otros países europeos, agradeceríamos un comentario con información sobre cúando, dónde, aeropuerto y compañía aérea.
De la cultura de la bici y el respeto por la bici que allí hemos visto hablaremos en otra entrada... si me acuerdo.
Saludos post-danubianos.

miércoles, 6 de julio de 2011

Balance

Bueno, el blog quedó muerto ante la imposibilidad de hacerse con una triste conexión a internet, el viaje terminó antes de hora y hay un lesionado. ¿Hay quien de más? Hacía falta la explicación de la Falla, como decimos por aquí. 
Si volvimos a España deprisa y corriendo cuatro días antes de lo previsto fue porque, al poco de bajar del barco en Kellheim y conforme nos alejábamos rumbo a Regensburg Nacho tuvo una caída absurda, yendo despacito, y muy, pero que muy mala suerte. 
Su rueda delantera se encajó en un pequeño surco que el agua había excavado en el camino, cuando iniciábamos una cuesta abajo, de tal manera que cayó sobre el costado y se golpeó en el codo con el que, instintivamente, quiso parar el golpe. Afortunadamente estábamos cerca de Kelheim, que cuenta con un buen hospital, donde pudieron atenderle relativamente pronto. Desde luego NO gracias a la enfermera que tomó datos en ventanilla, una alemanota grande como un ropero abierto con cara de mala hostia y aspecto de tanquista soviética. Eso es igual en todas partes.
Como información práctica decir que con la sola presentación de la Tarjeta Sanitaria Europea y el DNI quedó todo resuelto. A Nacho le examinaron, le hicieron radiografías, le inmovilizaron el brazo con un yeso y buscaron a un médico argentino para que le transmitiese, en castellano, la información esencial que debía conocer. Y tras atenderle le facilitaron sus radiografías en un CD para que las viera su médico. La recomendación era volver a España cuanto antes.
Si hasta ahora me había movido con cierta soltura con el idioma, manejando situaciones cotidianas carentes de gran dificultad, debo decir que en el hospital me bloqueé de tal manera que no serví de gran ayuda. O eso creo. Estaba nervioso y preocupado y la situación me venía grande. 
Una vez atendido, puesto que nada pintábamos ya allí y por consejo del médico, que apuntó la posibilidad de que lo del codo requiriese cirugía, lo organizamos todo (con la inestimable ayuda de mi mujer, que desde España nos ayudó por teléfono con las búsquedas en internet de horarios de trenes, vuelos, alquiler de coches o cualquier otra alternativa válida para salir de allí), de tal manera que antes de veinticuatro horas estábamos todos en casa.
Nacho ahora está bien y lo del codo no ha sido tan grave como pensábamos en un principio, pero tiene yeso para cuarenta días y ha tenido que cancelar sus vacaciones. No obstante dice que esto no se queda así y que tenemos que terminar... o continuar hasta Viena. 
Por mí está hecho. Cuando se ponga bien del todo y podamos convocar Consejo de Sabios hablaremos de ello. Dejemos pasar el verano a ver si sigue pensando igual.
Desde aquí (aunque no lleguen a leer esto jamás) quiero expresar nuestro más sincero agradecimiento a las personas que nos ayudaron "in situ", especialmente la panadera anónima del supermercado Netto de Kellheim, que no dejó de hacer llamadas hasta que tuvimos en la puerta un taxi del tamaño adecuado dispuesto a llevarnos, junto con nuestras bicis, al aeropuerto de München. También a los clientes que formaban cola y tuvieron la paciencia de esperar sin una protesta a ver cómo terminaba aquello.
Exceptuando un par de hijos de puta, pues en todas partes cuecen habas, el trato que hemos recibido en Alemania ha sido exquisito, la gente nos ha ayudado, han colaborado y han bajado el listón hasta el infinito para que pudiésemos entendernos en alemán. Cualquier persona a quien hemos pedido una indicación para llegar a tal o cual sitio se ha desvivido por hacerlo, cuando no nos ha acompañado directamente.
Por otro lado, y aunque no hemos completado el kilometraje previsto para terminar la ruta, estábamos a tan solo jornada y media de hacerlo, además con un día de adelanto. Técnicamente no nos hemos rajado así que... José Vicente, ¡nos debes unas cervezas!
Como balance decir que la experiencia ha sido, creo hablar en nombre de los tres, muy gratificante. Hemos desconectado de la rutina, nos hemos liberado de preocupaciones, hemos rodado por parajes que invitaban a pensar en nada. Hemos hablado mucho y hemos disfrutado del silencio a partes iguales.
Nos hemos reído, ¡y de qué manera! Hemos sido cochinos, irreverentes, malhablados... Hemos vivido unos días sin mirar el reloj y sin prisas y a lo mejor hasta somos más colegas que antes. O no.
A mi personalmente se me han caído dos mitos: casi  quinientos kilómetros por el sur de Alemania y no he visto ni una sola de esas alemanas rubias, altas, pelo largo, ojos azules y cuerpo espectacular que nos venden en la tele, lo cual no quiere decir que no hayamos visto chicas guapas, que las hay... y muchas. Pero castañas, morenas, bajitas... más parecidas al estándar mediterráneo.
O están todas en Palma de Mallorca o las han encerrado porque llegábamos nosotros.
Y aunque he visto perros a montones, cuya nacionalidad no pongo en duda, ejerciendo todo tipo de tareas incluído el pastoreo... no he visto ningún pastor alemán (me refiero a la raza). Increíble pero cierto.
Y por cierto... tal y como amenazamos en su día, nos hemos meado en el Danubio. El pepino español ha sido (simbólicamente) vengado. No obstante, a la vista del color del agua y del frío, lo del baño en el Danubio queda cancelado ad eternum.
Seguiremos con el blog, con cosas que quedaron pendientes respecto a los preliminares y preparativos, contando las etapas y aportando material gráfico. Pero poquito a poco, que de vuelta a la rutina no tenemos mucho tiempo.
A las personas que van a hacer la ruta ahora y alguna vez han dejado comentarios al respecto en este blog... ¡Suerte! 
Pasaos por aquí y dejad un comentario alguna vez.
Saludos.