Como ya sabreís por entradas anteriores el retorno a casa fue precipitado y antes de hora.
El 25, de buena mañana y tras algunos kilómetros a pedal, habíamos hecho un corto trayecto en barco por el Danubio entre la abadía de Weltenburg y Kelheim, mientras degustabamos (una vez más) una rica cerveza. Tras desembarcar, y apenas en las afueras de Kelheim, camino de Regensburg (Ratisbona), Nacho sufrió el accidente y la aventura terminó. Eran las 13.30 h. aproximadamente.
Tras acudir al hospital y procurar que le atendieran todo ocurrió muy deprisa, de manera que al día siguiente a las 11 de la mañana ya estábamos en Valencia. Todo se fue improvisando sobre la marcha y no hubo mucho tiempo para pensar.
Llegamos en taxi al aeropuerto de München, a unos noventa kilómetros de Kelheim, a las seis de la tarde y el primer vuelo con destino a Valencia no salía hasta las seis de la mañana. Así pues, teníamos tiempo de cambiar los vuelos, asearnos como pudieramos en los servicios del aeropuerto y preparar el equipaje.
Las alforjas las envolveríamos con film plástico de cocina, igual que habíamos hecho a la ida, y cinta americana pero no sabíamos aún como ibamos a hacerlo con las bicis.
Ya en el aeropuerto, oteando desde el propio taxi, tratamos de localizar contenedores de carton, muelles de carga, zonas de reciclaje o algún otro lugar donde proveernos de material adecuado: cajas, cartones, etc... Ni rastro.
De todos modos, puesto que teníamos toda la noche para ocuparnos de eso, priorizamos el cambio de los vuelos y fue lo que hicimos primero. La gente nos miraba y no era para menos: tres tipos vestidos de ciclistas, pañuelo pirata en la cabeza, con más mierda que el sobaco de un gorila, tratando de arrastrar tres bicis cargadas entre dos mientras un tercero nos seguía con un brazo escayolado. De peli de Almodovar, vaya...
Nos encaminamos a una de las ventanillas de Air Berlín y tras explicarle a la señorita cúal era nuestra necesidad y nuestra urgencia en cambiar los vuelos, le comenté abiertamente que no teníamos resuelto el embalaje de las bicis y le pregunté donde conseguir embalajes adecuados o si ellos nos los facilitaban. Necesitábamos ayuda. Helfen Sie mir, bitte!
La señorita, perpleja, nos contesta que no hace falta y que las bicis viajan enteras.
- Kein Problem.
- ¿Comoooooooorr? Nooooo puede ser (imítese la voz de Chiquito de la Calzada, ese maestro)
- Ja (si), dijo ella.
- Nein (no), dije yo.
- Ja, Ja, contesta de nuevo.
- Que nein, ¡joder!, que no puede ser, que en España nos han obligado a embalarlas para traerlas y sois la misma compañía.
¡Coño! Y resultó que era verdad, que Ja. ¡Hay que joderse!
Repito... ¡HAY QUE JODERSE!
La misma compañía aerea nos obliga en España a embalar las bicicletas, pedales hacia adentro, manillar paralelo al cuadro y ruedas deshinchadas para volar a Alemania mientras que en sentido inverso las bicis viajan en primera, sin desmontar AB-SO-LU-TA-MEN-TE NA-DA, tomándose un mojito en la bodega del avión.
Los ojos como platos teníamos cuando se llevaron las bicicletas, así, cogidas por los cuernos, rodando como si tal cosa...
Luego, en el trasbordo de Palma de Mallorca, vimos cómo dos de ellas se engancharon entre sí y a pesar de que los operarios del aeropuerto parecía que no habían visto una bici en su puta vida y les costó lo suyo separarlas, pudieron al fin con ellas sin causarles daño. El avión salió con bastante retraso por ese motivo, que también tiene huevos la cosa. Cinco minutos de video desde mi ventanilla (que pretendía usar para reclamar, si se terciaba) son prueba fehaciente de lo que digo.
Así que... el rollo de embalar las bicicletas, y aunque a priori parezca que sea normativa de las propias compañías aéreas, me da por pensar que tiene más que ver con los propios aeropuertos españoles, Aena y la madre que los parió. Que no somos más paletos porque no se puede.
Si algún lector de este blog ha tenido alguna experiencia semejante (no necesidad de embalaje para volver a España) desde Alemania u otros países europeos, agradeceríamos un comentario con información sobre cúando, dónde, aeropuerto y compañía aérea.
De la cultura de la bici y el respeto por la bici que allí hemos visto hablaremos en otra entrada... si me acuerdo.
Saludos post-danubianos.